¡Tres Horas! ¡Tres horas -y pico- de reloj es lo que he tardado en descubrir como subir un vídeo al blog! Y es que no me canso de repetir aquello que "las nuevas tecnologías no están hechas para todos..."
El vídeo que aquí adjunto es un proyecto llevado a cabo por la Design Academy Eindhoven (Holanda) y los anteriores, los que hemos tenido que ver en nuestras casas -los que más suerte tienen-, fueron llevados a cabo en Dinamarca. Lamentablemente ésto no es casualidad.
Aun recuerdo un intercambio que hice en el instituto a Suecia, allí me enamoré de dicho país, de sus gentes y de su "Estado del bienestar". En el que los estudiantes cursaban una asignatura que se desarrollaba en un edificio anexo a la biblioteca. Se trataba de formar su propio grupo musical, para lo que el Estado -social-demócrata- les ponía a su disposición todo tipo de instrumentos, y no sólo musicales. Los mismos jóvenes que entre clase y clase hacían grupos de estudio, y ¿sabéis lo mejor de todo? ¡QUE NO ERA ÉPOCA DE EXÁMENES!
Porque admitámoslo, la culpa es enteramente nuestra. Estos jóvenes demandan nuevas tecnologías en sus bibliotecas: libros electrónicos, formas distintas de recabar información, o innovaciones tecnológicas. Mientras nosotros, siguiendo con el tópico de "poco trabajo, sol y playa", lo único que pedimos (y muchas veces ni se nos da) es una biblioteca abierta las 24 horas del día -y sólo en época de exámenes, tampoco hay que abusar- para darnos la panzada de estudiar. Porque en vez de hacer grupos de estudios entre clase y clase, nosotros preferimos un café acompañado de un guiñote, una "cuatrola", un mus o cualquier juego de naipes autóctono.
"Educación", divina palabra, casi tanto como "juventud". De la que algunos, con más o menos suerte, intentamos imbuirnos y otros directamente rehúyen. Esa es la clave, su educación y la nuestra. Porque mientras los niños de hoy en día "interaccionan" con los libros, nosotros crecimos con el Barco de vapor, y sólo nos hacía falta nuestra imaginación para ser (como dice J. Sabina) "un pirata cojo, Al Capone en Chicago o un simple flautista en Hammelin".
¿Progreso? Supongo... Es más, estoy seguro que si. Pero a mi, y sintiéndolo mucho, que me dejen con el olor a tinta y libro nuevo...
Aun recuerdo un intercambio que hice en el instituto a Suecia, allí me enamoré de dicho país, de sus gentes y de su "Estado del bienestar". En el que los estudiantes cursaban una asignatura que se desarrollaba en un edificio anexo a la biblioteca. Se trataba de formar su propio grupo musical, para lo que el Estado -social-demócrata- les ponía a su disposición todo tipo de instrumentos, y no sólo musicales. Los mismos jóvenes que entre clase y clase hacían grupos de estudio, y ¿sabéis lo mejor de todo? ¡QUE NO ERA ÉPOCA DE EXÁMENES!
Porque admitámoslo, la culpa es enteramente nuestra. Estos jóvenes demandan nuevas tecnologías en sus bibliotecas: libros electrónicos, formas distintas de recabar información, o innovaciones tecnológicas. Mientras nosotros, siguiendo con el tópico de "poco trabajo, sol y playa", lo único que pedimos (y muchas veces ni se nos da) es una biblioteca abierta las 24 horas del día -y sólo en época de exámenes, tampoco hay que abusar- para darnos la panzada de estudiar. Porque en vez de hacer grupos de estudios entre clase y clase, nosotros preferimos un café acompañado de un guiñote, una "cuatrola", un mus o cualquier juego de naipes autóctono.
"Educación", divina palabra, casi tanto como "juventud". De la que algunos, con más o menos suerte, intentamos imbuirnos y otros directamente rehúyen. Esa es la clave, su educación y la nuestra. Porque mientras los niños de hoy en día "interaccionan" con los libros, nosotros crecimos con el Barco de vapor, y sólo nos hacía falta nuestra imaginación para ser (como dice J. Sabina) "un pirata cojo, Al Capone en Chicago o un simple flautista en Hammelin".
¿Progreso? Supongo... Es más, estoy seguro que si. Pero a mi, y sintiéndolo mucho, que me dejen con el olor a tinta y libro nuevo...